viernes, 8 de diciembre de 2017

Aprendizaje entre iguales: capital social para el aula

Escribe José Blas Gracía

Frecuentemente confundimos atención a la diversidad con atender  a una parte de los alumnos: los que denominamos en argot docente "con necesidades educativas específicas o especiales".  Y es que atención a la diversidad es un concepto contradictorio en sí mismo.
Veamos: 
Todas las necesidades de aprendizaje son especiales o específicas, porque son individuales, son "las de cada cual". Y toda la atención en la escuela es atención a  la diversidad, porque diversos somos todos.
Entonces, atender a la diversidad es una expresión redundante, pues educar siempre debe ser atender a la diversidad. Osea, educar es incluir.

la educación o es inclusiva o no es educación


Referencia Imagen: Estudiantes trabajando juntos . Freepik

Aprender juntos


A menudo se dice que el aprendizaje cooperativo es uno de los mejores recursos para hacer efectiva la inclusión educativa. Se le otorga esta responsabilidad porque, bien aplicado, no sólo reconoce las diversidad en las aulas, sino que la toma como un recurso más para aprender, pues aprovecha la diferencia y la pone en positivo: la diversidad como oportunidad para la creatividad; lo diferente como lanzadera del desarrollo del pensamiento crítico.

No pasan desapercibidas las dificultades para la introducción en las aulas de la cooperación como recurso para aprender. Joan Rué  identifica las barreras en cuatro elementos culturales:
  • Una organización del aprendizaje desde una cultura dominada por el taylorismo, donde la división por parcelas y departamentos hace incompatible la idea de trabajos en cooperación.
  • La competitividad y el individualismo que la escuela enseña como currículum oculto.
  • La escasa formación del profesorado respecto al tema cooperativo.
  • Una actitud profesional poco resiliente  y un poco ingenua a la hora de su puesta en marcha.

Cooperar es cosa de dos... como mínimo

Dentro del aprendizaje cooperativo, uno de los métodos básicos de aprendizaje - señalado por todos como una potente herramienta inclusiva- es el aprendizaje entre iguales. 
Un aprendizaje entre iguales que se desarrolla mediante tres dimensiones de aplicación. Me gusta clasificarlas como:
  1. Colaboración entre iguales: aplicación basada en la relación de aprendizaje que se establece entre dos o más alumnos con habilidades y competencias similares cuyo  objetivo común es la adquisición, desarrollo, construcción, aplicación y/o transferencia de  conocimiento compartido.
  2. Cooperación entre iguales: relación que se establece entre dos o más alumnos con habilidades heterogéneas, y que se enmarcan  dentro de unos márgenes de proximidad (cognitiva, de competencia curricular, de intereses, de habilidades...) que posibilitan que se produzca interdependencia y aprendizaje equitativo en todos los participantes. para la adquisición, desarrollo, construcción, aplicación y/o transferencia de  conocimiento compartido.
  3. Tutoría entre iguales: relación entre dos o más alumnos que, ante un tema, información, reto o problema específico, y común para ambos, presentan diferentes niveles de habilidad. Se trata de una relación asimétrica, que deriva en roles diferenciados que adoptan cada uno de los miembros, respectivos: tutor y tutorados. Cada uno de los roles se les asigna (e incluso, entrena) específicamente para el desarrollo de cada proyecto,  tarea, actividad o ejercicio.
Obviamente en el diseño de cualquier modelo de aprendizaje entre iguales es necesario tener en cuenta doscondiciones mínimas para promover una relación cooperativa con perspectivas de éxito:
  • la existencia o creación de un objetivo común, conocido y compartido por todos los miembros que intervienen en la relación de aprendizaje establecida.
  • la existencia de una estructura de relación previamente planificada por los docentes, orientadores o guías de la actividad en cuestión.
cualquier objetivo propuesto sólo se logrará a través de un marco de relación planificada y supervisada por el profesor
David Durán



Referencia imagen: Nacidos para leer

Cooperación en parejas

En las conclusiones informales de casi todos los centros con los que he tenido el placer de compartir experiencias de aprendizaje cooperativo en formación continua, se repite una constante: la seguridad que cuánto más grande es un equipo, más se diluye la responsabilidad individual, (que como bien sabemos, es un elemento básico e ineludible en el desarrollo de cualquier proceso de cooperación). El equipo mínimo  es la pareja.

Cuando cualquiera de las tres dimensiones resultantes de aplicar procesos del aprendizaje entre iguales (colaboración, cooperación o tutoría) se hace en pareja, podemos hablar de  una estructura basada en una organización del aprendizaje por diadas o parejas.
La pareja es  la unidad mínima de cooperación y, desde mi punto de vista, un buen modo de agrupamiento para comenzar a cooperar.

Una creativa combinación de estos "duetos" dentro de una secuencia de aprendizaje ( recuerdo, como ejemplos creativos,  los padrinos de lectura que aplica Fátima López, como práctica intercursos, donde alumnos mayores intervienen en actividades  de lectura , con los compañeros más pequeños; o los tutores-e, donde un alumno aventajado se convierte en tutor virtual, de siempre acceso, con otro alumno de curso o nivel cognitivo inferior), y aprovechando sus fortalezas de interdependencia, colaboración o ayuda, hacen de ellas modelos excepcionales para favorecer la inclusión desde la perspectiva de aprovechar el capital social del aula.

En estos casos, me parece importantísimo estar atento en el desarrollo y diseño de prácticas de aprendizaje, para que estas siempre ofrezcan oportunidades de progreso y mejora para ambos miembros de la pareja, incluso en la opción de tutoría entre iguales. En este sentido, me gusta siempre más la planificación desde la idea de interdependencia mutua (pues ofrece cualidad a la intencionalidad de cooperar) que desde la idea de ayuda.

Es cierto que, en la tutoría entre iguales en parejas, en cooperación o colaboración, ambos miembros de la pareja siempre pueden desarrollar valores de solidaridad y sociabilidad, pero tal como advierten algunos expertos, como Paulina Bánfalvi, (con quien tengo una reflexión compartida y post pendiente), coautora del Blog La rebelión del talento (que aconsejo seguir de cerca fervientemente). a veces, es preciso crear que el alumno tutor tome conciencia de su aprendizaje y no se perciban solamente como ayudantes de "profe", de forma que éste siempre aprenda sobre lo que enseña.
Sólo podremos percibir éxito en la tutoría entre iguales -y del aprendizaje cooperativo en general- si comprobamos con evidencias que en las situaciones de tutoría entre iguales, las interacciones que diseñamos entre las parejas de alumnos consiguen que ambos alumnos, tanto tutor como tutorado, aprendan y mejoren.

Referencia imagen: Enseñar a compartir

El alumnado: capital social  para enseñar y aprender

Ya Vygotski señaló el importante papel del grupo de iguales en el aprendizaje y otros autores como , Perret-Clermont investigaron también sobre los beneficios  que  la interacción entre iguales, y en especial sus dudas, preguntas y retos,  proporcionaban en relación al desarrollo del razonamiento, la reorganización cognitiva y por conflictos sociocognitivos que se producen, o provocan intencionadamente, en situaciones de intensa interacción.

Las prácticas de aprendizaje entre iguales añaden valor a las interacciones entre alumnos, pues las dotan de sentido y objetivo.

Cuando hablamos de planteamientos inclusivos, el propio alumnado se convierte en un recurso extraordinario para promover el crecimiento de todo el alumnado  y constituye un importantísimo capital social para aprender... que no debemos desaprovechar en el aula.

La educación inclusiva, se convierte así,  en un proyecto de la comunidad educativa y, por extensión,  de la sociedad en pleno.





Tomado del Blog José Blas García con permiso de su autor

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